Quizá lo más llamativo que encontrarás en Islandia es que la gente tiene fuera de sus hogares unas casitas como de gnomos. Pues sí lo son. Muchos islandeses creen en estas personitas escondidas llamadas «huldufólk». Muchos afirman haberlas visto y hasta existe un museo dedicado a ellos. Están muy arraigados a la tradición, al punto de haber detenido proyectos de construcción por estar cerca a las rocas —donde se cree que viven. El escepticismo y la burla son muy ofensivos.

Más allá de esa tradición única, los islandeses tienen las mismas costumbres de Europa. La ropa informal es muy común. La puntualidad no es su punto fuerte, es normal llegar hasta 15 minutos más tarde y en las fiestas o reuniones hasta 1 hora. Los islandeses pueden parecer algo ásperos —de hecho cuando hablan inglés es común escucharlos decir palabras subidas de tono— pero son muy amigables y serviciales. Las propinas no son impuestas. Sólo se da una por un servicio excepcional.

Como un país con fuertes raíces vikingas, muchas de las fiestas de este pueblo se han mantenido. Desde mediados de enero hasta mediados de febrero se celebra el antiguo Mes de Thor. Durante este tiempo hay danzas y mucha comida tradicional.

También tienen tradiciones cristianas que difieren del resto del mundo. Durante el miércoles de ceniza, la gente (sobre todo niños) te cuelgan secretamente bolsas de cenizas. Además los niños salen a pedir dulces, pero sin disfraz. La Navidad es muy diferente. En vez de esperar a San Nicolás, esperan a 13 espíritus de duendes —cada uno de ellos hace una “travesura”, como tirar una puerta o espiar por la ventana). Cada espíritu se queda un día y deja un regalo en los zapatos de los que los dejan cerca a las ventanas.

Este artículo ha sido compartido 29 veces. Hemos dedicado muchas horas para recopilar esta información. Si te ha gustado, compártelo, por favor: